Después de la guerra, algunos de quienes eran responsables por los
crímenes cometidos durante el Holocausto fueron llevados a juicio. Para
realizar los juicios que tuvieron lugar en 1945 y 1946, se eligió
Nuremberg en Alemania. Los jueces de las potencias aliadas (Gran
Bretaña, Francia, la Unión Soviética y Estados Unidos) presidieron las
audiencias de veintidós principales criminales nazis.
Doce prominentes nazis fueron sentenciados a muerte. La mayoría de los
acusados admitieron haber cometido los crímenes de los que se les
acusaba, aunque la mayoría declaró que sencillamente seguían órdenes de
una autoridad superior. Quienes estuvieron involucrados directamente en
los asesinatos recibieron las sentencias más severas. Otras personas que
desempeñaron papeles clave en el Holocausto, incluidos funcionarios
gubernamentales de alto rango y ejecutivos empresariales que utilizaron a
los prisioneros de los campos de concentración para realizar trabajos
forzados, recibieron sentencias cortas o ningún tipo de castigo.
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